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Se cumple el 23 aniversario del descubrimiento de los restos del Titanic

Eran las primeras horas del día 1 de septiembre de 1985. La tripulación del buque científico 'Knorr' estaba a punto de abandonar, una vez más, la búsqueda de los restos del naufragio más famoso de la historia: el del Titanic. El responsable de la expedición -el científico norteamericano Robert Ballard- descansaba, agotado, en su camarote. El resto de la tripulación, que se iba turnando ante la pantalla que mostraba las imágenes del fondo del océano que enviaba el pequeño sumergible 'Argos', estaba a punto de concluir su ultima guardia y preparar el barco para regresar a tierra, una vez más, sin haber podido hallar unos restos que, durante muchos años, varias expediciones habían intentado encontrar.

Pasaban 22 minutos de la medianoche cuando, en la pantalla del monitor del 'Argos' -un pequeño sumergible no tripulado, preparado para enviar imágenes desde aguas muy profundas utilizando el revolucionario sistema de sonar con barrido lateral-, comenzaron a aparecer imágenes distintas a las enviadas hasta ese momento. Al principio, las imágenes parecían pequeños cráteres de impacto en el fondo marino. Más tarde, las imágenes mostraron escombros, como restos de alguna nave siniestrada. En ese momento, la tripulación despertó a Robert Ballard. Más tarde aparecieron los restos de lo que parecía una caldera y, poco después, ante los incrédulos ojos de Ballard y del resto de la tripulación, apareció, majestuosa, la proa del barco. Parecía increíble, pero era verdad: era él; sí, era él, era el Titanic.

Todos se abrazaron. Esa noche no durmieron y la noticia fue portada en todos los medios de comunicación del mundo. Ese día pasó a formar parte de la historia del Titanic.

Pero ni Roberd Ballard ni el resto de la tripulación del 'Knorr' se fueron a dormir. Continuaron trabajando y el mini sumergible 'Argos' realizó un rastreo general del exterior de los restos del Titanic, confirmando las imágenes que "el buque de los sueños" se había partido en dos y que mientras la parte de la proa se encontraba de pie, majestuosa, la parte de la popa, a unos 600 metros de la proa, estaba en muy malas condiciones y prácticamente desecha.

Al día siguiente, el 'Knorr' regresaba a puerto. Toda la tripulación juró, ante Robert Ballard, que nadie desvelaría el lugar exacto donde fue encontrado el Titanic -41 grados 44 minutos Norte / 49 grados 57 minutos Oeste, a 3.988 metros de profundidad-, pero ésta es otra historia y, al final , la situación de los restos del Titanic fueron conocidos por todo el mundo.

La más grande exposición que jamás se haya montado en el mundo sobre la historia del Titanic, donde se muestran objetos, documentos e imágenes originales del mítico barco, ha invitado a Robert Ballard a contar, en directo, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, su experiencia como descubridor de los restos del Titanic, donde además recibirá un homenaje de agradecimiento por haber conseguido descubrir los restos del más mítico de todos los buques de la historia universal: el Titanic.

Ilustración del Titanic

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